• domingo 16 de marzo del 2025
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Recordando a Eduardo García de Enterría

A diez años de su muerte, recordamos la vida de este hombre del derecho público y gran administrativista, al que continuamente recurrimos en el estudio de la materia.

Don Eduardo García de Enterría Martínez-Carandé nació un 27 de abril de 1923 -hace exactamente cien años-, en Ramales de la Victoria (Cantabria, España).

No obstante, su familia procedía de Liébana, más en concreto de Potes, donde en la calle de Tullo se encontraba la casa de sus abuelos maternos (don José María Martínez-Carande y doña Dolores de Linares), la que durante su niñez visitaba en los veranos y navidades, y luego convirtió en suya.

Hoy día, en su frente exterior se encuentra una placa en su memoria, que reza “esta fue la casa de Eduardo García de Enterría Martínez-Carandé (1923-2013). Catedrático, abogado, académico y escritor. Maestro de juristas. Hijo predilecto de Liébana”, colocada por el ayuntamiento de Potes.

También, en otra parte del frente hay un escudo de piedra con las armas de Linares, en el cual en su esquina superior izquierda puede verse una imagen de una rueda de hilar sostenida por dos columnas, y debajo del escudo todo una leyenda: “ande la rueda alrededor, que las columnas firmes son”. Extracto que luego él eligió como “exlibris”.

Según Luis Martín Rebollo, esa imagen es en sí misma toda una declaración de principios acerca de la firmeza de sus convicciones (...) esas simbólicas columnas constituyen la base de su formación intelectual y humana (en el libro que en homenaje le dedicó, titulado “De mis raíces”).

Durante su infancia su familia residió en distintos lugares producto del cargo de notario que ejercía su padre. Por eso inició sus estudios de bachiller en la localidad de Oviedo, en el Colegio de los maristas llamado Auseva. Donde en 1934 a los 11 años, según el mismo cuenta (en una entrevista que le hizo Jesús Pindado Uslé), casi pierde la vida luego de que una carga de 2500kg de dinamita explotase a 15 metros y destruya buena parte del colegio.

En 1936, a sus trece años, su familia se mudó a Llanes, y allí fue donde terminó el bachillerato. 

Vale destacar que en ese año fue que empezó la guerra civil española, que desencadenara en la dictadura de Franco que duró 36 años, de 1939 hasta 1975, es decir, durante toda su etapa universitaria y 29 años de su vida profesional.

Al respecto, Alejandro Nieto, uno de discípulos, referenció que: “El Derecho Administrativo que hoy corre en España en todos los niveles es el de García de Enterría: un Derecho Administrativo que podría denominarse de la transición democrática, puesto que surgió durante el franquismo y desembocó en la Constitución de 1978 y en algunas leyes de desarrollo que llevan su impronta inequívoca”.

Retomando el hilo biográfico, tras otro traslado de su padre a Barcelona comenzó sus estudios de abogacía en la Universidad de la ciudad. Al cabo de un año, tras su padre nuevamente ser llamado a prestar funciones en Cataluña, Eduardo, con diecisiete años, decide independizarse y continuar sus estudios en la Universidad de Madrid. En la cual a sus 23 años obtuvo el Premio extraordinario de Licenciatura.

En 1947 es becado por la Fundación Juan March e ingresa en el Cuerpo de Letrados del Consejo de Estado, donde inició su ejercicio como abogado, siendo auditor durante dieciséis años, hasta 1963.

Ese fue el inicio de su ingente legado -de 67 años de trayectoria profesional- en el cual descatacamos los siguientes hitos:

En 1950 funda la Revista de Administración Pública (RAP) donde publicó estudios, comentarios de jurisprudencia, crónicas de derecho español y comunitario, crónicas de derecho internacional e iberoamericano y recensiones de libros.

En 1952, a los 29 años se doctoró con la tesis “El dogma de la reversión de concesiones”.

En 1957, a los 34 años, obtuvo la cátedra de Derecho Administrativo en la Universidad de Valladolid donde empezó a forjar lo que luego se conocería como “la Escuela García de Enterría”, es decir, un grupo de profesores que se formó bajo su magisterio.

En Valladolid permaneció cinco años, hasta que ganó por oposición la primera cátedra de Derecho Administrativo en la Facultad de Derecho de la Universidad de Madrid. En la cual continuó su Escuela formativa y a los 46 años fue nombrado Jefe del departamento de Derecho Administrativo. 

En el año 1970 fue elegido para ser miembro de la Real Academia Española de Jurisprudencia y Legislación, donde esbozó un discurso de recibimiento sobre legislación delegada. El cual luego tuvo una influencia directa en la Constitución Española, y se encuentra reflejada en sus arts. 82 y 85.

En el año 1974 fundó la Revista Española de Derecho Administrativo. Mismo tiempo en que junto a Tomás Ramón Fernández -de sus discípulos más jóvenes en ese entonces- publicó el primer tomo de “Curso de Derecho Administrativo”, y en 1977 el siguiente, los que han sido reimpresos, editados y actualizados hasta el día de hoy.

Fue el primer juez español en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (con sede en Estrasburgo entre abril de 1978 y febrero de 1986), formó parte de la comisión de expertos encargada de revisar el marco de competencias entre el Tribunal Constitucional y el Tribunal Supremo. También fue uno de los seis juristas que integró la Comisión encargada de redactar el proyecto de Constitución Europea.

Pese a su prolifera trayectoria, en 1988 a sus 65 años se vio forzado a jubilarse, en pos de la ley española n°30 sancionada en 1984. 

Luego de ello pasó a formar parte del Colegio Libre de Eméritos Universitarios de Madrid. En 1994 fue designado para ocupar el sillón U de la Real Academia Española, al cual se incorporó con un discurso de ingreso frente al rey Carlos III que tituló “La lengua de los Derechos. La formación del Derecho Público europeo tras la Revolución Francesa”, y se constituye como una pieza fundamental de entendimiento de los orígenes de la materia.

A su vez, sus discípulos cuentan que prestó su pluma a variados temas que fue volcando en ensayos y artículos de prensa, y han sido recopilados en libros como “La poesía de Borges y otros ensayos”, “De montañas y hombres”, “Fervor de Borges”, “De fray Luis a Luis Rosales: escritos literarios” y “Hamlet en Nueva York: autores, obras, pasajes, escritos literarios”.

Fue investido doctor honoris causa por la Universidad de Valladolid, la Universidad parisina de La Sorbona, por la Universidad de Bolonia, la Universidad de Cantabria, la Universidad de Santiago de Compostela y las Universidad de Mendoza y Tucumán de nuestro país, entre otras. 

A lo largo de su vida recibió muchísimos premios y distinciones como el premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales, la medalla de la Universidad Libre de Bruselas, premio Pelayo, el premio Alexis de Tocqueville del Instituto Europeo de Administración Pública en Maastricht, el premio Menéndez-Pelayo, fue nombrado protagonista de la cultura jurídica europea de la Universidad de Florencia, fue declarado hijo predilecto de Cantábria (ciudad que lo vio nacer), entre otros.

A diez años se su partida, el mejor recuerdo de este emblemático académico del derecho administrativo -cuya influencia trascendió su patria y alcanzó la proyección universal- es repasar vida y sus aportes en el plano de su disciplina. 

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