Finalmente el número 1 del mundo del tenis, a hora del comienzo del torneo Grand Slam del año, fue deportado de Australia tras una ardua pelea judicial.
La Corte Federal consideró razonables los argumentos del Ministro de Inmigración que consideró al tenista como un riesgo para el buen orden de la comunidad destacando que se trata de una figura pública e influyente que tiene el potencial de socavar la eficacia y la coherencia de las políticas del gobierno australiano, fomentando sentimientos antivacunas. Así, el número 1 del mundo del tenis, a hora del comienzo del torneo Grand Slam del año, fue deportado de Australia tras una ardua pelea judicial.
La historia comenzó cuando Novak Djokovic recibió una visa de actividad temporal de clase GG subclase 408 el día 18 de noviembre de 2021 con el fin de competir en el Campeonato Abierto de Tenis de Australia. Llegó a Australia el día 5 de enero de 2022, fecha en la que fue llevado a un control de inmigración y fue interrogado por funcionarios del Departamento del Interior hasta la madrugada del 6 de enero.
Ese mismo día su visa fue cancelada por un delegado del Ministro del Interior bajo la Ley de Migración de 1958, la que dispone que “… (e) la presencia de su titular en Australia es o puede ser, o sería o podría ser, un riesgo para: (i) la salud, la seguridad o el buen orden de la comunidad australiana o de un segmento de la comunidad australiana…”.
Ante dicha decisión, el tenista inició un procedimiento ante el Tribunal Federal de Circuito y Familia de Australia para anular la resolución con el argumento que la misma fue irrazonable. Se fijó audiencia para el día 10 de enero cuando el abogado del Ministro del Interior admitió que el proceso adoptado por su delegado fue legalmente irrazonable debido a una denegación de equidad procesal y el Tribunal procedió a anular la cancelación de la visa.
Inmediatamente después, el abogado del Ministro manifestó que este último estaría considerando ejercer un poder personal de cancelación que le confiere la ley –que no puede ser utilizado por un delegado- en caso de que estuviera convencido de que se trata de un tema de interés público. Dicho poder fue utilizado y luego Djokovic se presentó ante la FCFC con una solicitud oral, la que fue derivada al Tribunal Federal.
Sin embargo, el 16 de enero pasado el Tribunal dictó una sentencia desestimando la demanda. Para ello se basó en este poder personal y excepcional del Ministro para cancelar visas en casos que así lo requieran y esté debidamente justificado. En este sentido, explicó el Tribunal que la decisión del Ministro no giró en torno a un estado de ánimo personal sino que fue razonable, de buena fe, no arbitraria ni caprichosa. Ello así, citó un precedente en cuanto “…mientras el Ministro actúe de acuerdo con las circunstancias… dándole una base racional (…) los tribunales de justicia no pueden ni deben interferir…”.
En dicho contexto, entendió el Tribunal que existe un elemento de riesgo de que la presencia de la persona en Australia pueda perturbar la correcta administración o el cumplimiento de la ley en Australia o que podría crear dificultades o perturbaciones públicas en relación a los valores y el equilibrio de la sociedad australiana. A mayor abundamiento, remarcó que debe ser la mera presencia del titular de la visa en el país lo que constituye o constituiría el riesgo para el buen orden de la comunidad, sin que sea necesario que el propio titular tome medidas concretas para crear ese riesgo.
A su vez, el Ministro del Interior admitió que Djokovic tenía una exención médica válida para ingresar a Australia y que, aún considerando la situación de que el tenista había padecido la enfermedad del COVID-19 y, por ende, presentaba un riesgo individual insignificante de transmitirlo a otras personas, consideró, sin embargo, que su presencia podía ser un riesgo para la salud. Además, reconoció que se trata de un tenista de alto rendimiento, número 1 en el mundo, una persona de alto perfil que ha indicado públicamente oponerse a la vacunación y que no le gustaba que lo obliguen a vacunarse para viajar o jugar.
En esta línea, sostuvo que la presencia de Djokovic en el país podía fomentar un sentimiento antivacunación que lleve a otras personas no vacunadas a negarse a la inoculación o al refuerzo o lleve a una reducción en la aceptación de dicha medida. Máxime teniendo en cuenta la actitud del tenista al contraer al virus sin aislarse ni utilizar la mascarilla en todo momento.
En suma, sostuvo que “…su posición como modelo a seguir en la comunidad deportiva y más amplia, su presencia continua en Australia puede fomentar un desprecio similar por los requisitos de precaución luego de recibir un resultado positivo…”. Su comportamiento, prosiguió, puede alentar o influir en otros para emular su conducta anterior y no cumplir con las medidas de salud pública; todo lo cual se constituye como un factor adicional que contribuye al posible riesgo para la salud de la comunidad australiana.